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13 abril 2011

Arruinando a Tussam, que es gerundio


Antes de ayer, el vicepresidente mudo de Tussam, Juan Ramón Troncoso, se pasó por la Plaza Nueva y se acercó a conversar con los trabajadores eventuales de la empresa que están allí acampados. Bueno, en realidad conversar, lo que se dice conversar, es difícil con un individuo de este calibre. Por algo él forma parte del lado oscuro de la fuerza, del imperio de las sombras.
Lo que vino a decirles es que los autobuses inmovilizados en las dependencias de talleres desde el pasado verano van a ser donados a los países latinoamericanos sí o sí, a lo Del Nido. Y que si no se presentan voluntarios conductores de Tussam para trasladarlos a Puerto Real para que embarquen, pues se contratan otros ajenos a la empresa y santas pascuas.
Para pagar los salarios adeudados no habrá dinero, pero sí para hacer viable la chulería recalcitrante y la cara dura de este individuo que, desde su llegada a la empresa, no ha sido capaz de hacer ni ruido. Para eso, y para otras cosas, hay pasta a espuertas.
No obstante, lo que más llama la atención en este espinoso asunto es el silencio cómplice de los candidatos a la alcaldía, sean del color que sean. Porque no se termina de entender que, si todos ellos han prometido reestructurar las líneas de Tussam e incrementar servicios en barriadas con graves problemas de movilidad, como Sevilla Este, ninguno se manifieste públicamente en contra de semejante desatino.
Con la prestación de servicio que mantenemos en la actualidad, raro es el día que no hay problemas por culpa de la escasez de vehículos y que los conductores no tienen que permanecer en depósito más tiempo que el estipulado al carecer de coches para montar el servicio.

Si los alcaldables pretenden ampliar dicha prestación y los 35 autobuses son donados a dichos países, ¿quiere decir que están dispuestos a adquirir vehículos nuevos con el alto coste que tienen? ¿Y quién va a pagar el montante millonario de semejante operación? Porque las arcas de la empresa continúan estando tan paupérrimas como antaño.
Los vehículos que pretenden llevarse para alborozo de alguna ONG colega del “vice” oscilan entre los 11 y los 13 años de antigüedad y la mayoría de ellos están en perfectas condiciones para prestar servicio.
De la misma edad e incluso superior permanecen en la empresa otros 45 autobuses prestando servicio con total normalidad. Son los conocidos como los trescientos, por estar todos numerados como unidades de dicha centena. Incluso 15 de ellos tienen una antigüedad de 13,5 años, superior a la de los que se van a donar. Con todos incluidos en el cálculo, la edad media de la flota de Tussam hoy día es de 5,7 años.
La donación en las condiciones financieras y de escasez de medios para prestar con normalidad el servicio es ya de por sí una absoluta falta de responsabilidad, cuanto más si a tan sólo dos meses vista aterrizará un equipo nuevo de gobierno que se ha comprometido ante los ciudadanos a incrementar tanto la calidad como la cantidad del servicio que presta la empresa de transportes urbanos.
Si a ello se le añade que no vamos a tener líneas nuevas de Metro al menos en un horizonte de 7 o más años, la pregunta del millón es ¿a qué están jugando los responsables de la ruina de Tussam? ¿Acaso quieren darle la puntilla definitiva antes de que a alguien se le ocurra intentar reflotarla? ¿A qué esperan los aspirantes a alcalde para levantar su voz ante semejante atropello al bolsillo de los sevillanos? Porque, les guste o no, Tussam va a ser algo más que necesaria durante la próxima década para la movilidad de los sevillanos.
Mientras tanto, el Alcalde más indigno que esta ciudad ha padecido, cepillándose 1,3 millones de euros en su campaña-tour de autobombo por Alemania, Francia, Portugal y Estados Unidos. Paseando su palmito a todo tren como representante de Sevilla, la ciudad de los más de setenta mil parados. En la política no sólo se han perdido las formas, la vergüenza hace ya ni me acuerdo que se perdió.


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