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02 febrero 2012

Más de 670 personas desalojadas de sus hogares para construir un hotel en Yamena

Más de 670 personas han sido desalojadas a la fuerza de sus casas en la capital del Chad, Yamena. Sus casas han sido derruidas para permitir la construcción de un hotel, a pesar de que el alcalde les había prometido que se les daría el tiempo suficiente para encontrar un alojamiento alternativo. Todas ellas duermen ahora en las proximidades bajo los árboles.

El desalojo forzoso de los residentes de Sabangalin, en la capital del país, se produjo el pasado 24 de enero y se demolieron 62 inmuebles en los que vivían más de 670 personas, además de una escuela comunitaria que impartía clases a 138 estudiantes.

La demolición fue llevada a cabo por empleados municipales para allanar el camino a la construcción de un lujoso hotel. La mayoría de esas personas carecen de un lugar alternativo para vivir, ya que el gobierno no les ha ofrecido ni indemnización ni vivienda alternativa. Además, la destrucción de la escuela pone en serio peligro la educación de los menores de la zona.

Todo arrancó en noviembre de 2011, cuando empleados municipales acompañados por agentes de la policía pintaron cruces blancas en diversas casas de la vecindad e informaron a los residentes que debían abandonarlas. El 12 de enero el lugar fue visitado por el alcalde y el ministro del Interior, que les dijeron que tenían que irse.

El 23 del mismo mes, empleados municipales les informaron que al día siguiente serían desalojados. Los residentes se entrevistaron con el alcalde ese mismo día y obtuvieron la promesa de que dispondrían de tiempo suficiente para trasladar sus enseres y analizar las posibilidades en materia de alojamiento y acceso a la educación alternativos. El análisis duró bien poco y al día siguiente se produjo el desalojo sin que muchos tuviesen oportunidad siquiera de recuperar sus pertenencias.

Antes de la demolición, el barrio fue acordonado por soldados y policías que instaron a los vecinos a llevarse con rapidez sus cosas antes de que llegaran las excavadoras que iban a derribar sus casas. La mayoría de quienes vivían allí estaban trabajando o ausentes por diferentes motivos.

Un grupo de jóvenes que presentó resistencia a la demolición fue severamente golpeado. Otro hombre resultó herido y fue trasladado al hospital y a algunos de los vecinos que trataban de fotografiar la demolición les rompieron las cámaras. Muchos de ellos llevaban más de 30 años viviendo allí y algunos disponen de documentos que acreditan que había comprado el terreno de sus casas a sus jefes locales.

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